España es el segundo país más longevo del mundo, justo por detrás de Japón, con una esperanza de vida media de 83 años (y subiendo). Y no es una casualidad, no se debe a nuestro sol ni a nuestro sentido del humor. Se debe a nuestra alimentación como factor más importante.
¿Pero qué diferencia nuestra alimentación de la del resto de países?
Pues sí, la consabida dieta mediterránea, popular por su aceite de oliva y el consumo de productos frescos y de buena calidad, de temporada como por ejemplo el tomate, cocinados a la manera tradicional de las regiones que riega el Mediterráneo, y priorizando el valor de compartir la comida con los seres queridos y gozando del tiempo suficiente para disfrutarla, por encima de comer cualquier cosa deprisa y corriendo.
Y es que cocinar es un arte, pero saber comer también.
Y cuanto antes nos iniciemos en el arte de saber comer, mejor será nuestra salud, nuestro humor, nuestro físico y nuestra vida en general. Si desde que somos pequeños nos enseñan a comer bien, variado, nos implican en la selección del producto, en las recetas y en su elaboración, nos dejan experimentar con sabores hasta encontrar los que disfrutamos…
Creceremos como adultos que tienen una relación sana y sin culpa con la comida. Esto se traduce en que por regla general nuestra alimentación será sana y equilibrada (y la disfrutamos), y que de vez en cuando se podrá variar comiendo algo que se salga de esta norma, como por ejemplo una pizza o algún dulce, sin ningún remordimiento por ello.
Comer es un acto de amor hacia uno mismo
Si por el contrario, nos han, o nos hemos acostumbrado a comer cualquier cosa deprisa y corriendo, no le estoy dando a la comida la valía que tiene, ni a mí mismo tampoco. El mensaje que me estoy dejando poco a poco en el contestador es que no importo lo suficiente como para tratarme mejor, ni para ingerir productos realmente buenos, ni para darme el tiempo que merezco para comer de verdad, y creedme que poco a poco la autoestima y el físico lo van notando. COMER ES UN ACTO DE AMOR hacia uno mismo. Yo elijo el trato que me doy, si decido meterme en el cuerpo algo bueno o algo malo, si le pongo cariño al comprarlo y al cocinarlo para mí y si me doy el tiempo suficiente para disfrutarlo, o simplemente me lleno la boca con cualquier cosa para calmarme rápido y no pensar más en mí ni en mi malestar.
Por supuesto que todos alguna vez hemos pedido que nos traigan una pizza a casa, y de vez en cuando, también nos merecemos ser un poco vagos. Pero, ¿te imaginas qué diferencia comprar (o hacer) una masa fresca y echarle todos los ingredientes que más te gustan, dorar el pan lo que tú quieras, dejar ese olor maravilloso por toda tu casa de masa recién hecha, y hacer todo en la compañía de alguien querido? Tus hijos, tu pareja, tus amigos… mientras habláis y tomáis algo.
No se me ocurre un plan mejor.
Eso precisamente es la dieta mediterránea y lo que nos hace longevos.
Este artículo ha sido escrito por Laura Quemada Muñoz, psicóloga especializada en psicología de adultos y de pareja. No dudes en entrar en su web o en contactar con ella.